dijous, 14 de març del 2013

Primavera

Decía Hemingway que cuando la primavera llega a París, incluso si es una primavera falsa, la única cuestión está en encontrar el lugar donde uno pueda ser más feliz. Recuerdo muy bien el primer día de la primavera de 1974, no el primer día oficial de la primavera, sino un día espléndido de abril, recuerdo muy bien la fecha, el 9 de abril, un día en que de pronto cesaron por completo las lluvias y todo el mundo dejó atrás la ropa de invierno y se llenaron las terrazas de los cafés. Todo invitaba a la felicidad, un grave contratiempo para mi estado habitual de desesperación juvenil. París es una ciudad gris y lluviosa, pero cuando llega la primavera y se llenan las terrazas y cantantes callejeras que parecen salir de todos los rincones cantan La vie en rose, la ciudad se convierte en el mejor lugar del mundo para, aunque uno no quiera y prefiera la vida en negro, poder ser feliz. 

París no se sacaba nunca, Enrique Vila-Matas
[Anagrama, 2003]