dijous, 5 de juliol del 2012

1, 2, 3...

Un movimiento que jamás se detiene, que constantemente refluye en sí mismo, tal es en verdad la característica específica del pensamiento de Nietzsche. Las posibilidades combinatorias no son infinitas; por el contrario, son muy limitadas, pues el impulso motor que siempre empuja hacia delante, que se lacera a sí mismo sin dar tregua a los pensamientos, concuerda de manera absoluta con la idiosincrasia íntima de su personalidad de modo que incluso cuando los pensamientos parecen divagar, permanecen firmemente vinculados al mismo proceso psicológico que una y otra vez los obliga a someterse a las necesidades dominantes. Veremos en qué medida la filosofía de Nietzsche describe efectivamente un círuclo y cómo, a modo de conclusión, en algunas de sus más íntimas y secretas experiencias intelectuales el hombre adulto se acerca de nuevo al muchacho que fue, de manera que las siguientes palabras podrían servir para caracterizar la andadura de su filosofía: «¡Mira, un río que tras muchos meandros fluye de nuevo hacia la fuente!» (Així parlà Zaratustra). No es ninguna casualidad que, en su último período creador, Nietzsche fuera a parar a su doctrina mística del eterno retorno: la imagen del círculo, de un cambio eterno en una repetición eterna, pende como un símbolo mágico y un signo esotérico sobre el portal de entrada a sus obras. 

Friedrich Nietzsche en sus obras, Lou Andreas-Salomé
[minúscula, 2005]

...com en un vals...1, 2, 3, 1, 2, 3..."el 4 mai no arriba per mai no parar de girar..." (Udol)


Blue Danube - Richard Strauss